El I Ching no sólo es la piedra angular de la cultura china, sino también un tema que, debido a su profundidad y a que existen ya miles de tratados que lo abordan, muy pocos se atreven a tocar; sin embargo, dicen algunos que todo sinólogo que se respete debe escribir en algún momento algo referente al I Ching.

Si bien es cierto, aun sin tener una motivación especial, me hubiera gustado escribir un libro como éste, existió una razón muy importante para emprender esta tarea que me obligó a hacerlo en una edad considerada temprana para un estudioso del I Ching, sobre todo si hablamos de la comprensión del pensamiento chino y del Canon Antiguo, cuerpo principal de nuestro libro.

Y es que, durante los distintos cursos que dictaba, siempre aparecía alguna frase o pasaje del I Ching cuyo significado debía aclarar a los estudiantes, porque no existía ninguna publicación sea en español o en cualquier otra lengua que no fuera la china, con cuyos contenidos estuviera yo conforme, sobre todo si se deseaba llegar a una especialización en cualquier rama de la cultura china relacionada con el I Ching.

Entonces era de suma importancia contar con un libro que sirviera para comprender la relación entre los diferentes pasajes del Canon Antiguo del I Ching y el comportamiento de las líneas e imágenes de trigramas y hexagramas, porque en todos los libros de I Ching publicados hasta la actualidad en lenguas extranjeras, la interpretación de los textos del I Ching se ha basado en la corriente filosófica desarrollada por los confucianos en el siglo III a.C. y no en los significados originales que tuvieron los textos para la adivinación tal como fueron concebidos por los funcionarios de la corte de Zhou del Oeste que practicaban el Oráculo a pedido del rey.

Por eso el nombre de "Develando el Misterio de las Líneas", porque se trata de mostrar la relación entre las líneas de los textos, las líneas de los hexagramas, las imágenes literarias y las imágenes de los trigramas. No existe ningún pasaje del I Ching que haya sido escrito al azar y los que estudien con este libro podrán tener la oportunidad de conocer cómo interpretaron los textos del I Ching aquellos que los compilaron hace ya dos mil años; esperemos que una nueva generación de estudiosos del I Ching pueda avanzar mucho más rápido que nosotros gracias a la ayuda de este libro y que ellos puedan realizar contribuciones aún más valiosas para los futuros ichinólogos.

Joseph Cruz Soriano

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Las Fuentes

Fueron numerosos los libros de I Ching que se tuvo que consultar para emprender una tarea como ésta, y dentro de los conocidos en occidente sólo puedo mencionar al de Richard Wilhelm, porque como dijo el Gran Maestro Huang Shou Qi, gran académico y también practicante de la adivinación, "para estudiar el I Ching es necesario leer todos los tratados que se han escrito acerca del tema, incluso a extranjeros como Wilhelm". En realidad leer a Wilhelm es lo más parecido que podría haber a un chino hablando del I Ching en una lengua occidental, entonces su interpretación de algunos pasajes del I Ching no deja de ser importante.

Sin embargo, mi fuentes más importantes fueron los libros de los seguidores del Gran Maestro Shang Bing He, incluidos entre ellos los del Maestro Huang Shou Qi y su discípulo Zhang Shan Wen, ambos profesores de filosofía de la Universidad de Educación de Fujian. 

Shang Bing He (1870-1950), pertenecía a una familia de letrados del norte de China y estudió los textos clásicos desde temprana edad. Según refirió el Magister Rafael Flores Paz durante la presentación de nuestro libro, "Shang Bing He vivió en una época en que la ciencia occidental ingresaba a China y los chinos se preocupaban por no perder sus raíces culturales y cuando un chino quiere ir a su raíz, tiene que ir al I Ching". Entonces el Maestro Shang se dedicó a investigar tratados de I Ching dejados en el olvido y lo más importante fue que rescató los trabajos de Jiao Yan Shou, quien vivió en el siglo I a.C. y fue funcionario en tiempos del Emperador Shao Di.

Jiao Yan Shou dividió los hexagramas en Ocho Palacios y uno de sus trabajos más importantes fue el libro titulado El Bosque de los Cambios, donde describió en cuatro mil noventa y seis poemos la interpretación que debía tener cada uno de los sesenta y cuatro hexagramas, así como la transformación de cada uno de ellos en cualquiera de los otros sesenta y tres hexagramas al cambiar las líneas móviles. Así los estudiosos del I Ching podrían comprender los significados de las imágenes de los trigramas y sus cambios tal como fueron concebidas por los antiguos.

Y es que Confucio fue un apasionado del aspecto filosófico del I Ching y sus discípulos generación tras generación fueron dando mayor importancia a este aspecto, dejando de lado la adivinación, que sí fue practicada por Confucio, pero no en base a los métodos de interpretación de los antiguos, sino más bien a la tradición de interpretación literaria que se realizaba ya durante el Periodo de Primavera y Otoño (770-476 a.C.) en el que el Gran Maestro vivió.

Pero durante la séptima generación de transmisión del I Ching de la escuela confuciana, el general Ding Kuan recibió paralelamente a las enseñanzas de su Maestro Tian He, de la sexta generación, las enseñanzas del Maestro Zhou Wang Sun, de quien aprendió los Antiguos Significados, que eran los métodos de interpretación de las imágenes de trigramas y hexagramas que los antiguos adivinos de las cortes de Shang (S. XVI-1066 a.C.) y Zhou del Oeste (1066-771 a.C.) habían practicado antes de que se terminaran de compilar los textos del I Ching.

Jiao Yan Shou, heredero de esta tradición interpretativa original del Oráculo de Varillas, de la cual el I Ching fue un resumen, escribió entonces El Bosque de los Cambios temeroso de que todos estos conocimientos se perdieran y se cayera totalmente en una interpretación literaria de los textos. Sin embargo, tanto sus trabajos, como los de su discípulo Jing Fang (77-37 a.C.), fueron tildados por la corriente oficial de la corte como "Yin Yang y Cinco Elementos" (charlatanería o supersticiones del vulgo), y así fueron abandonados hasta que el Gran Maestro Shang Bing He los investigó y determinó que, efectivamente, se trataba de una auténtica tradición interpretativa del I Ching.

Y es principalmente en base a los trabajos del Maestro Shang Bing He, como sus anotaciones de El Bosque de los Cambios, sus discípulos y seguidores, que hemos realizado la interpretación de los pasajes del I Ching para que el estudioso o investigador de la cultura china pueda tener una ayuda durante su estudio del lenguaje oracular de la época, y para que el aficionado a la adivinación con el I Ching pueda comprender cómo se interpretaron los versos durante la adivinación.

Sin embargo, también hemos debido recurrir a varios diccionarios especializados en idioma chino antiguo, sí como a otros tratados acerca del I Ching, como los del Gran Maestro Zhu Xi (1130-1200 d.C.), todos los que se encuentran mencionados en la bibliografía al final del libro, aquí sólo mencionamos cuál es nuestra fuenta principal de investigación, la que corresponde a lo que en China se denomina Escuela de Imágenes y Números.

Joseph Cruz Soriano

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Los participantes

Hubiera sido más que difícil lograr concretar este proyecto si no se hubiera contado con la participación de destacados profesionales que contribuyeron a darle al libro la forma que alcanzó al concluir el proceso de edición.

Primero mencionaremos al que tuvo la mayor carga de trabajo durante los siete años del proyecto, el profesor Marco Aurelio Ferrell Ramírez, encargado de la corrección gramatical y de estilo del libro. Marco se tomó el trabajo de revisar las tres versiones en que se escribió el cuerpo principal del libro, incluyendo una revisión del texto en chino, el mismo con que, aun sin ser especialista en lengua china, se familiarizó durante los siete años de trabajar en las correcciones, tanto de la traducción del original chino al español, como de los comentarios, la introducción y los prólogos. 

Y fue gracias a su abnegada labor que el libro ha tenido el rigor necesario tanto en la traducción como en las notas, así como la idea de colocar entre corchetes las palabras que no se encontraban en el texto original, pero que eran necesarias para darle coherencia a las frases al traducirlas al español, así el estudioso de la lengua china puede distinguir cuáles son las palabras que se han añadido para poder comparar con mayor facilidad el texto original con la traducción. 

El Doctor Jian Wu Yu, no sólo revisó toda la traducción, realizando algunas correcciones importantes, sino que apoyó desde el comienzo este proyecto, siendo su padre, el profesor Wu Bing Gui de la Universidad de Fujian, el que a pedido del Doctor Jian Wu nos presentó al Maestro Zhang Shan Wen de la Universidad de Educación de Fujian, quien nos facilitó un ejemplar de su Diccionario de I Ching que ya no se encontraba en librerías. 

Justamente fue el Doctor Wu quien al haber traído de la biblioteca de su padre los libros del Profesor Huang Shou Qi y el doctor Zhang Shan Wen de la Universidad de Educación de Fujian, me ayudó durante varios años a revisar los significados de varios pasajes del libro, amén de revisar toda la traducción del original una vez que estuvo terminada. Gracias a él la traducción alcanzó un nivel bastante alto, y a pesar que queda aún mucho por investigar, se ha tratado de reflejar en la misma el espíritu del texto original.

Álvaro Chang-say Wong fue encargado del diseño de la carátula y lo hizo con su estilo tan particular, mezclando lo mejor de su conocimiento de diseño occidental con su herencia estética china, además que él ya ha realizado muchos diseños para otros proyectos que hemos tenido, habiendo yo trabajado también para su padre, Moisés Chang-say, realizando trabajos de caligrafía, por eso, a través de más de treinta años de amistad, Álvaro conoce también muy bien mi trabajo y fue por eso la persona más adecuada para diseñar la carátula de este libro, la misma que ha permitido que no sólo tenga la prestancia necesaria, sino que además cumple con los estándares tradicionales chinos al utilizar un color regio propio del conocimiento que encierra un libro como el I Ching.

Finalmente tenemos a José Antonio García, quien fue encargado de la edición. José Antonio también tiene una amistad conmigo de treinta y cinco años, siendo él quien me convenció para organizar los primeros cursos de Feng Shui en los noventas, además que fue él mismo el organizador de mis primeros cursos de chino, español para chinos y taichi en los ochentas. Por eso era justo y necesario que, al emprender un proyecto tan importante como éste, se contara con la participación de un editor que no sólo está familiarizado con estos temas, sino que colaboró conmigo a lo largo de muchos años en la organización de diferentes eventos relacionados con la cultura I Ching.

Mi agradecimiento a todos y cada uno de ellos, gracias a ellos es que ha sido posible que nuestro libro tenga la forma que ustedes pueden apreciar, con una carátula impresionante, un papel amigable y tipos de letra que permiten realizar una lectura prolongada sin esfuerzo. 

Cabe además mencionar que tanto el Doctor Jian Wu, como el profesor Marco Ferrell y Álvaro Chang-say, son miembros fundadores de la Asociación de I Ching y Feng Shui del Perú.

Joseph Cruz Soriano

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Los Prólogos

Tuve la gran suerte de contar con tres prólogos escritos por tres eminentes personajes, a los que tengo gran estima personal y que además son personas muy entendidas en la materia. El prólogo escrito con mayor anticipación fue el del Doctor Jian Wu Yu, y el Gran Maestro Chen Zheng Lei pudo leerlo para evitar repetir alguno de sus contenidos, de la misma manera como el Doctor José León Herrera leyó también los dos prólogos que ya estaban escritos antes del suyo. De esta manera evitamos que hubiera redundancia en los prólogos y cada uno de ellos pudo dar mayor importancia a sus propios puntos de vista, así como a los temas importantes que se debían tocar y en los que estaban más familiarizados.

El Doctor Wu recibió el encargo de escribir el prólogo para el libro el año 2004, cuando recién se inició el proyecto. Él, nacido en un hogar de letrados del sur de China, aunque en un inicio quiso negarse a escribir el prólogo, una vez aceptado el encargo se dedicó a investigar todas las publicaciones que existían ya en lenguas extranjeras, desde las más antiguas hasta las más recientes, además de leer todos los borradores de mi libro; por eso su prólogo no es sólo el más extenso, sino que es también muy riguroso y educativo, habiendo tocado algunos puntos que, por encontrarse muy bien explicados en su prólogo, se han obviado en la introducción del libro.

El Maestro Chen Zheng Lei, representante de una tradición viva de la Cultura I Ching, a la que el llama Cultura Taiji, fue criado dentro de la más pura tradición de las artes marciales de la escuela interna y es una de las personas más autorizadas en China, no sólo por su gran conocimiento de los principios del Taiji y su inalcanzable nivel como artista marcial, sino también por su gran calidad moral, cuyo ejemplo ha inspirado a miles y miles de personas en la China. Él, al recibir el encargo de escribir un prólogo para este libro, y a pesar de sus múltiples ocupaciones, dedicó también un tiempo importante para escribir unas páginas en las que nos da a conocer la gran importancia del I Ching en la cultura Taiji y las artes marciales de la escuela interna, prólogo lleno del calor de la Familia Chen, tal como comentó el Maestro Juan Isaac Vásquez Sánchez, representante del Gran Maestro Chen Zheng Lei para América Latina, cuando leyó el borrador del Maestro y manifestó la gran emoción que le produjo leer las líneas que el Maestro dedicó al libro.

Finalmente tuvimos la colaboración de nuestro gran amigo, el Doctor José León Herrera, quien al igual que el Doctor Wu, trató de escabullirse, pero a mi insistencia, aceptó finalmente y habiendo él ya leído lo que ya habían escrito sus co-prologadores, se enfocó en la gran importancia que tiene el I Ching para la cultura universal, así como su influencia en los pensadores europeos del siglo XVIII. El Doctor León, nos muestra el I Ching desde el punto de vista académico occidental, enfoque indispensable para que el lector comprenda que el I Ching no es sólo un texto importante para la filosofía china, sino que es además una joya de la cultura universal.

Mi agradecimiento a todos ellos, gracias a su participación en este proyecto nuestros lectores pueden dedicarse a estudiar este libro con mayores luces que les permitirán aprehender los contenidos del I Ching en forma integral.

Joseph Cruz Soriano

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mis maestros

Son muchas las personas que me han dado enseñanzas importantes que me han permitido llegar a investigar el I Ching para poder publicar un libro como éste. Pero es mi deseo mencionar a tres de ellos por ser su enseñanza la más importante.

El primero de ellos es el Maestro Félix Tong Jo, quien nació en el Perú y desde temprana edad recibió una educación china tradicional, siendo su madre tan preocupada de esta educación que cuando él era muy pequeño ella hizo traer de China juegos educativos entre los que se contaba un juego de cubos con los que él podía armar historias de personajes antiguos de la antigüedad que habían servido de modelo de conducta a través de la historia.

Cuando el cumplió los seis años de edad, sus padres lo enviaron a su pueblo de origen, la aldea de San Shui (Tres Aguas), llamada así porque en ese lugar confluían el río Perla con el río Norte y el río Oeste. Su familia había vivido por veinticuatro generaciones en ese lugar y su bisabuelo conocía muy bien el Feng Shui, como era lo usual en aquella época entre los agricultores, por eso pudo pronosticar un año en que habría inundación porque llovería en la zona de origen de los tres ríos que confluían en su pueblo.

Fue entonces que la familia tuvo un gran auge económico y el bisabuelo del Maestro decidió que uno de sus hijos debería estudiar para ser funcionario, por eso, cuando el Maestro Tong fue enviado a la China para estudiar, pudo recibir la enseñanza de este tío abuelo que había sido preparado para los exámenes imperiales; entonces él no sólo debía aprender las materias escolares como todo niño chino, sino que al regresar a su hogar, debía sumar a las tareas escolares el estudio de los textos clásicos y la caligrafía que aprendía con su tío abuelo.

Todo este conocimiento él trató de transmitirlo cuando recibió el encargo del Centro Cultural Peruano Chino e implementó los cursos de idioma chino en esa institución el año 1983, en que tuve la suerte de conocerlo y estudiar con él, estudio que realicé durante tres años, en los que el Maestro Tong daba una enseñanza china tradicional, completamente diferente a la que se recibe actualmente en los cursos de idioma chino; él tenía la misión de transmitir la cultura tal como la había recibido gracias a la preocupación que sus padres tuvieron y la que él quería que se mantenga para que cuando generaciones nuevas de la colonia china desearan tener información acerca de ella hubiera siempre alguien que mantuviera ese conocimiento, por eso sus clases eran fundamentalmente clases de cultura china y el idioma era el vehículo para la transmisión de esta cultura.

Y repito algo que nunca me cansaré de decir, fue sólo gracias a la labor desinteresada que el Maestro Félix Tong desarrollo durante tres años en el Centro Cultural Peruano Chino que yo pude aprender el chino antiguo, estudiar el I Ching en su lengua original y escribir un libro así. De hecho, cuando tuve oportunidad de estudiar chino en la universidad, el profesor Guan Shi Lian, enviado por el gobierno chino, que tenía gran cantidad de libros de chino clásico en su casa, cuando me escuchó leer los nombres de todos los libros en cantonés, me dijo: "Usted ya sabe chino, lo único que necesita es aprender la pronunciación en mandarín de los caracteres".

El Maestro Tong fue un transmisor excepcional de la cultura china y en una ocasón nos contó una historia que tenía que ver con el Feng Shui, pero como esta palabra era desconocida en occidente, dijo: "Un adivino le dijo a un ministro Han de la corte manchuriana, que si él enterraba los restos de sus antepasados en un lugar que él le iba a indicar, uno de sus hijos sería emperador, aunque él no iba a vivir para verlo". Y años después de escuchar esta historia, pude conocer al Maestro Yang, conocido como Chang Dzan, quien fue el que me habló por primera vez del Feng Shui y me tomó como discípulo por decisión propia.

Una tarde estaba visitando al Maestro Yang y me dijo: "Hok Wha, te voy a enseñar Feng Shui, muchos chinos quieren que les enseñe, pero ninguno de ellos va a aprender, tú sí vas a aprender, por eso te voy a enseñar; hoy voy a ver el Feng Shui de un chifa de un paisano, así que te voy a llevar para que aprendas".

El Maestro Yang, como todo maestro chino tradicional, daba una enseñanza vivencial; cada vez que lo visitaba, él me contaba acerca de las últimas consultas que había hecho y me llevaba cada vez que podía a ver sus consultas, acostumbrando a hablar conmigo no sólo de aspectos prácticos, sino también de aspectos teóricos. Nos encontrábamos de visita en un restaurante de un amigo del Maestro y él me decía: "En la puerta hay exceso de fuego, tú sabes que en la filosofía china se habla de los Cinco Elementos: Metal, madera, agua, fuego y tierra; estos elementos deben estar en equilibrio".

El dueño del restaurante le dijo al Maestro Yang "¿Por qué le hablas así a un peruano, acaso te va a entender?". Entonces el Maestro me dijo: "Hok Wha, dile en castellano qué es lo que acabo de decirte en chino"....

En una ocasión visité una feria de libros chinos en la Sociedad Central de Beneficencia China del Perú y compré un libro titulado "Trescientos Temas a Dominar en el I Ching", y como acostumbraba a hacer cada vez que entraba en la ciudad, fui a visitar al Maestro Yang, quien al verme con el libro en la mano dijo: "Hok Wha, el I Ching no se aprende con libro, debes aprender con un maestro, te doy un año para que aprendas con libro, si tú aprendes con libro yo te regalo mi chifa, mira que mi chifa vale cincuenta mil dólares".

Entonces yo le expliqué al Maestro que, entendía que se debía estudiar con un maestro, pero que como el I Ching es un libro escrito en chino antiguo, yo como extranjero no podía ni siquiera comprender la parte del idioma, y que deseaba estudiar por lo menos el idioma para poder estar preparado para cuando conociera un maestro, entonces el Maestro Yang me djo: "Está bien, estudia y cada vez que no comprendas algo vienes y me preguntas". Entonces comenzó a hablarme acerca del I Ching y a contarme las historias de los Grandes Maestros que él conoció ...

Finalmente deseo hablar del Maestro Ip Kok Chun. Él era un empresario que venía de Hong Kong y yo tuve gran amistad con su familia, sobre todo con su esposa, la señora Fung Lay Wha, la que me tomó como ahijado cuando me conoció y descubrió que podía hablar conmigo también en la lengua Hakka. A fines de los noventas ella había ido a Hong Kong a pasar el año nuevo y yo le encargué que me compre libros de I Ching y de Feng Shui porque mi amigo José Antonio García me había pedido que dicte unos cursos en su revista.

La Maestra Fung, no sólo compró muy buenos libros, sino también un Luopan, pero lo más importante de todo fue que cuando el Maestro Ip Kok Chun llegó y vio las compras que ella había hecho para mi, dijo: "Si Joseph va a hablar en público sobre el I Ching y el Feng Shui es una enorme responsabilidad, sólo y únicamente porque él es tu ahijado y ha ayudado tanto a la familia yo voy a hacer ésto por él". Entonces se dedicó durante una semana a escribir un cuaderno donde me dejó anotado todo aquello que él consideraba debía conocer para no perderme en las teorías que podría encontrar en los diferentes libros y fue este cuaderno la guía para los primeros cursos que yo dicté, por eso también agradezco aquí al Maestro Ip y a su familia por su gran amistad y las enseñanzas que recibí también de todos ellos.

Como mencioné al inicio de esta nota, han sido muchas las personas que han compartido conmigo sus conocimientos de las artes tradicionales chinas, pero por motivos de espacio sólo he deseado mencionar a los tres más importantes que han tenido relación con este libro.

Mi agradecimiento a ellos y también a todos los demás que no he podido mencionar aquí.

Joseph Cruz Soriano

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